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6. Yangon (Rangoon): Punto de partida a mi viaje por Myanmar


Yangon, con aproximadamente 5 millones de habitantes, fue la capital de Myanmar hasta el 2005, aunque continua siendo el centro de toda la actividad económica del país. Se encuentra situada en las orillas del río Hlaing, a unos 40 km de la costa. Todavía se conservan en la ciudad numerosos edificios que recuerdan la colonización británica. Es sin duda la ciudad más dinámica y vibrante del país, siendo una magnifica introducción  a Myanmar. Sus espectaculares pagodas y casas coloniales, unido a la diversidad de sus gentes, culturas y religiones, hacen de Yangón una ciudad más que interesante. Aunque es solo un pequeño aperitivo de lo que uno se encuentra en este fascinante y maravilloso país.






Llegue a Yangón bien temprano procedente de Bangkok. Air Asia nuevamente sería la compañía elegida para este vuelo, y sin ningún percance aterrice en el aeropuerto de Yangón, punto de partida a mi aventura por la antigua Birmania.
Desde el aeropuerto es fácil moverse si uno sabe como hacerlo. Un taxi no debe salir por más de 5 dolares por persona, aún cuando uno va solo. En la calle siempre es más fácil coger taxis con tarifas más baratas. Otra manera es ir en autobús, para lo que se debe salir del aeropuerto. Fuera en la calle uno puede coger un Pick-up por 2000K a 5000K, hasta la parada del autobús de la linea 1, que te lleva al centro de la ciudad. No es nada complicado aunque lo parezca, y esto hace que uno no se gaste ni 2 dolares.
A medio camino entre el Aeropuerto y el centro de la ciudad, si uno va con el Bus nº1, esta la casa en la que fue privada de su libertad la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, muy cerca de la parada de Inya Lake, lugar además interesante por el lago y el espacio verde, que es bien aprovechado por los habitantes de la ciudad.
La verdad es que cuando definitivamente entre en el país y salí del aeropuerto, no tenía demasiada idea de lo que hacer en mi recorrido por Myanmar, ya que a pesar de tener bastantes días, no eran suficientes para conocer todo el país, por lo que debía ir algo rápido. Cuando me decidía por que visitar, ya que en un primer lugar quería tirar para el Norte, y mientras lo negociaba con un taxista clandestino, conocí a los que se convertirían en mis compañeros de viaje por Myanmar: Bastian y  Nils, ambos de Alemania. La verdad es que fue todo un golpe de suerte conocerles, ya que eran muy buena gente e hizo que fuera acompañado durante todo mi recorrido por este país. Aún así, ellos no serían los únicos con los que compartiría mis aventuras por la espectacular Myanmar.


Sin más dilación, juntamos nuestras fuerzas para recorrer todo lo posible de este país. Pillamos el taxista clandestino con el que antes negociaba para llegar al centro, y debido a que todos llegábamos al país como novatos, intento llevarnos a cambiar dinero en negro, a un lugar un tanto extraño, en medio de una carreterucha de tierra. Tras negarnos energicamente, y tras un monumental mosqueo de su conductor, nos llevo sin mas demoras al centro de la ciudad. La verdad es que la entrada a este espectacular país no era la más adecuada y mi primera impresión de sus gentes fue algo negativa debido a las triquiñuelas de este taxista. Aunque como en todo los lados, siempre los taxistas son un mundo aparte, con permiso de mi amigo taxista Jose.


Nos bajamos en el centro de la ciudad, justo en la Pagoda de Sule. Esta Pagoda tiene una antiguedad de 2.250 años, y está considerada como la Pagoda más antigua de Yangon.





En este lugar uno puede darse cuenta de la diversidad cultural de sus gentes y de como conviven en paz y armonía. Justo en todo el centro de la ciudad, en cuyo medio se encuentra la Pagoda de Sule, uno también pude apreciar a escasos metros una iglesia y una mezquita, algo que en algunos lugares seria impensable.




Además de esta Pagoda, hay otras pagodas interesantes que ver como la Pagoda de Shewadagon, construida en el siglo XV, es uno de los centros budistas más importantes del budismo. Está recubierta por casi 9000 láminas de oro, además de una importante colección de joyas y piedras preciosas que fueron donando reyes y nobles del país durante 2500 años. Hay otras Pagodas como La Pagoda Botataung, o la Pagoda Kaba Aye, construida para acoger al sexto sínodo budista (1954-56) para conmemorar el 2500 aniversario de la Iluminación de Buda.




Desde la Pagoda de Sule nos dirigimos a cambiar algo de dinero en Kyat, la moneda del país, y esta vez acompañado por un nativo que conocimos en la calle, que haría cambiar nuestra primera mala impresión sobre las gentes de este país. Con el que pasaríamos el resto del día recorriendo la ciudad al otro lado del río.




Nos llevo a un lugar en donde cambiar, siempre con la incertidumbre de que no nos dieran el palo, ya que es algo muy típico en Yangón. Nunca se debe cambiar en negro en la calle, y hacerlo uno en mercados o tiendas, mucho más fiable. En la calle, esta gente son verdaderos profesionales del timo, y aunque prometan el mejor tipo de cambio, uno no debe caer en la trampa. Lo mejor es intentar cambiarlos en los sitios oficiales del país, donde hoy en día ya se pueden tener unas aceptables tasas de cambio. El único problema es que los billetes deben de estar totalmente nuevos y no marcados, ya que no te los cambiaran al mínimo desperfecto y uno deberá intentar cambiarlo en el mercado negro. Esto es lo que me sucedió a mi, a pesar de llevarlos totalmente nuevos. En el mercadillo que hay en el centro de la ciudad es bastante sencillo y fiable cambiar dinero, aunque repito que en la calle nunca y en ningún caso, uno debe de hacerlo.
En Yangon se consigue el mejor tipo de cambio del país, por lo que se debe de aprovechar para cambiar dinero.
En Myanmar, a fecha de 2012, no hay bancos, por lo que las tarjetas de crédito no sirven absolutamente de nada, más que en uno o dos hoteles de la ciudad. Con el tiempo esto se ira solucionando.
Conviene llevar Dolares mejor que Euros, ya que además de Kyats, uno tiene bastante facilidad para pagar en dolares, especialmente en los Hostales y entradas a los Patrimonios. En Euros también se puede pagar ahora, pero el precio es el equivalente a Dolares, por lo que sale mucho peor.
Por el momento tampoco funcionan los teléfonos móviles extranjeros, pudiendo solo utilizar las propias compañias del país, así que si uno no se compra una tarjeta prepago y su móvil no es libre, no se dispondrá de linea para el móvil, algo que agradecería enormemente durante el viaje.



Tras cambiar algo de dinero, fuimos en busca de un lugar en donde hospedarnos. En Yangon, al igual que en la mayoría del todo el país, la oferta de alojamiento es límitada, por lo que uno no dispone de muchas opciones. Hay también hoteles, pero se pasan de presupuesto. En torno a los 15 o 20 dolares es fácil encontrar algo. Negociar una rebaja al precio de la habitación es bastante difícil, y aunque uno insista mucho, dificilmente uno puede bajar el precio.
Tras intentar en varios sitios encontrar algo para los tres en buenas condiciones, dimos con el Okinawa, probablemente el mejor Guest House de la ciudad, con unas habitaciones limpias y bonitas, además de incluir el desayuno. Es un lugar muy frecuentado por mochileros, por lo que es un buen sitio para juntarse con gente y aventurarse con ellos por la ciudad. A pesar de que su encargado o jefe no es demasiado agradable y amable, y es que creo que yo no le caía del todo bien tras una intensa negociación que no llego a nada, merece la pena alojarse aquí.



Una vez que dejamos nuestras mochilas, rápidamente salimos a pasear con nuestro nuevo amigo de Myanmar por la parte de la ciudad situada al otro lado del río Yangon, totalmente distinta a el centro de la ciudad, ya que ha escasos centenares de metros, eso si separados por el río, la ciudad se traslada 30 años atrás.
Para llegar hasta allí, uno debe de dirigirse al barco que te cruza de un lado al otro. Este esta muy cerca del Downtown de la ciudad, donde la Pagoda de Sule. En el barco, un montón de niños intentan vender comida y postales, e incluso te acompañan de un lado al otro. Allí conocí dos niñas en especial muy listas que ya dominaban varios idiomas y  se ganaban la vida intentando venderle postales a los turistas. Es una verdadera lástima ver a estos chavales buscándose la vida desde tan jóvenes, y espero que algún día esta situación cambie para ellos y puedan divertirse como otros niños lo hacen.




Ya al otro lado del río, uno rápidamente se da cuenta de la transformación respecto al resto de la ciudad. Es un lugar lleno de pequeños templos y un mercadillo callejero muy tradicional, donde sus gentes son de lo más amable y curiosa. Allí pude ver como se hacia el "Betel Nut", una especie de pasta echa con nuez y cal, que al masticarse genera un repugnante liquido de color rojo, que todo el mundo escupe por la calle y en cualquier sitio, que con el paso de los años se come los dientes y los deja amarillos, rojos y negros. No se exactamente el porque les encanta masticar esto, pero deberían mirarselo, ya que no hace mas que destrozarles las bocas. Aun así es una buen negocio para sus humildes gentes.



También se puede ver facilmente por aquí como hacen azúcar directamente de la caña de azúcar. Por medio de una maquina que giran a mano y con mucha habilidad, obtiene azúcar puro en pocos instantes.



El mercado tradicional es un lugar por el que uno debe pasarse, a pesar de que los olores que merodean por allí no es que sean muy agradables, sus locales te reciben con los brazos abiertos.



Visitamos uno de los Templos de la zona y tuvimos el gustazo de conocer al Monje jefe, que muy amablemente nos recibió y converso con nosotros. Este nos llevo a conocer al Monje más anciano del Templo, que por un accidente había perdido parte de la cara, los brazos y las piernas, y con 80 años, demostraba un espíritu fortísimo para las condiciones en las que estaba. Obviamente y por respeto no quise hacer ninguna foto, aunque era para hacérsela la verdad.



Aquí sería  por primera vez testigo de la Ordenación de los Novicios, la tradición religiosa más importante de todo el país.



Como en toda Asia, los transportes públicos y particulares son aprovechados hasta el más minimo hueco, siendo aquí en Myanmar de los sitios en los que yo he estado, de los que más se petan de gente. Durante todo nuestro recorrido, esta seria la tónica, y apretados como sardinas, recorríamos durante horas y horas las carreteras del país.´
Hay varios tipos de autobuses en Myanmar para recorrer largas distancias: el turístico y el local. Siempre que uno pueda, se debe coger el turístico, ya que el local puede llegar a convertirse en una pesadilla, y en serio a los amantes de lo local, que se piensen muy mucho el coger el transporte local, especialmente si se sufre de alguna lesión. El que avisa no es traidor. Desgraciadamente hay algunos lugares a los que solo es posible llegar por medio del transporte local, lo que ya sirve a uno para provar el transporte local típico de sus ciudadanos más humildes.


Ya a punto de dirigirnos al centro de la ciudad con el barco, perdimos a Bastian, y es que rodeado de locales, este intentaba enseñarles a liar cigarros, y es que parecía que era la primera vez que lo hacían. Decenas de chavales liaban cigarros como podían, mientras atentos escuchaban las instrucciones de Bastian, increíble pero no sería la única ocasión en la que sucedería algo parecido.



Empezó a caer la tarde, y  desde el barco fuimos testigos de una bonita puesta de Sol. Durante el trayecto, miles de Gaviotas te acompañan durante el camino. En el barco se puede comprar comida para dársela, y así cientos de gaviotas se acercan a ti facilmente.



En el Hostel Okinawa nos juntaríamos con más viajeros para una pequeña salida nocturna por la ciudad. Nos dirigimos al Chinatown de la ciudad, en donde uno puede encontrar un montón de restaurantes donde comer. También a varios puestos callejeros de venta de comida y frutas tropicales en los que uno puede empezar a degustar la comida asiática.





Al día siguiente nos levantamos temprano con la intención de seguir paseando por la ciudad, y con el objetivo de comenzar nuestras andaduras por Myanmar.
Tras un buen desayuno en el Okinawa, aunque podrían ser mejores, conocimos a unos chavales del barrio con los que nos echamos unos partidos de fútbol en plena calle. Con un balón destartalado y unas camisetas para hacer las porterías, nos echamos un emocionante 3 para 3, que solo interrumpíamos cuando un coche pasaba por la calle. La verdad es que da gusto ver como se pueden divertir los chavales con practicamente casi nada, como en antaño por España, ahora en la era de la tecnología en donde los niños solo quieren la Nintendo Wii o la Play.






Tras el partido de Fútbol, fuimos hacia la estación de trenes. Allí, justo enfrente de la estación, se encuentran diversas compañias con las que moverse a los diferentes puntos del país a los cuales esta permitida la visita de un turista, ya que por el Sur todavía hay zonas en las que su acceso esta totalmente prohibido. Tras pensarnos bien cual sería nuestro recorrido por el país, decidimos dirigirnos en primer lugar a Mandalay, ya que a pesar de querer ir primero a Inle Lake, de esta manera uno se ahorra unas cuantas horas de camino.






Durante el camino a la estación fuimos testigos de lo rápido que llegan las películas de Hollywood a Myanmar, con estrenos como Ghost Rider en pleno 2012; increíble.



También fuimos testigos de como un anciano monje descansaba tranquilamente en la sombra de un árbol. Se debe generalmente pedir permiso para hacer una foto a un monje, ya que si se hace lo contrario, se considera irrespetuoso y el monje puede llegar a molestarse. En este caso no quise despertarle de su merecida siesta y decidí hacérsela...


Las cabinas de teléfono en Myanmar son bastante modernas, como podemos ver en la foto de abajo. Una persona establece la linea y las tarifas en plena calle. Estas "cabinas de telefono" están repartidas por todas las ciudades y pueblos del país.


Tras el paseo hasta la estación , para reservar nuestros billetes a Mandalay, nos dirigimos a el centro para ir al "Banco" y cambiar dinero, pero al no estar los billetes suficientemente nuevos, me vi obligado a cambiarlos en el mercado negro. Me dirigí al mercado central a cambiar pasta, y aunque no conseguí un cambio mejor, si que era practicamente el mismo. El mercado esta bastante bien, y en el es además de muy fácil cambiar euros y dolares, comprar todo tipo de productos tradicionales del país, los cuales resultan muy interesantes.



Al lado del mercado, en la calle principal, siempre se sitúa a partir de las 2 de la tarde unos pedazo de artistas pertenecientes todos a la misma familia, que un día cada uno se sientan en la calle para realizar espectaculares cuadros en cuestión de unos pocos minutos. Por solo 1500K, uno puede hacerse con uno, y creanme que merece la pena llevárselo.



En Myanmar las mujeres son muy bonitas y agradables, y eso empecé pronto a notarlo en Yangon, con un montón de preciosas jóvenes paseando por la calle que no dudan en fotografiarse contigo. A la hora de ligar es otra historia, aunque en Yangon es posible ligar en alguno de sus garitos nocturnos, que aunque no son muchos, si son suficientes. Probablemente en Yangón sea el único lugar que goza de una animada vida nocturna en el país.


Paseando pro las calles de Yangon, uno puede ver la influencia de los edificios coloniales británicos, aunque la mayoría de ellos se encuentran en un estado lamentable, hacen mas autentico si cabe el lugar.



Estar en Myanmar es como retroceder un poco en el tiempo, y es que paseando me encontré con unos niños que estaban jugando nada mas y nada menos que a la peonza, juego al que yo de pequeño solía jugar y que hoy en día con la llegada de la Play Station y demás juegos electrónicos a desaparecido practicamente de calles y colegios. Por supuesto no dudaría en jugar un rato con los chavales y como si fuera montar en bicicleta, que nunca se olvida, seguía dominando un poco el juego, aunque desde luego no como estos niños.


Los andamios con los que se construyen o reforman edificios están echos de Bambú, y aunque para un europeo es rustico, si que es normal hacerlo de esta manera en el continente Asiático. Todo esto debido a la gran resistencia y flexibilidad del bambú, además de su bajo coste. Eso si, aquí en Myanmar la seguridad deja mucho que desear y los obreros se juegan diariamente la vida sin arneses, subiendo por  el bambú a grandes alturas.



En Myanmar hay una fuerte diferencia entre clases. Desde gente que no tiene practicamente nada, a gente con mucho dinero que vive de lo robado por el régimen u otros motivos que desconozco.


En el centro, muy cerca del mercado hay un restaurante llamado Zwgyi House Café, en donde es un verdadero lujo comer. Hay una gran variedad de platos y resulta bastante económico comer aquí en cuanto a calidad-precio. Por supuesto es más barato en la calle, y a veces igual de rico, aunque este restaurante es una apuesta segura.



Se nos echo la tarde encima y debíamos volver al Guest House, ya que en solo unas pocas horas debíamos ir hacia la estación de Bus para embarcarnos toda la noche en un viaje en autobús hasta Mandalay, nuestro siguiente alto en el camino.


Tuvimos que pillar un taxi desde el Hostel a la estación de trenes, desde donde salia una Pick -Up a la estación de bus de Yangon, desde donde ya un autobús nos esperaba para llevarnos a Mandalay. Hay varias estaciones de Bus en Yangon, por lo que uno debe enterarse bien desde donde sale. Muchas agencias se encargan de esto, por lo que no hace falta enterarse mucho.





Cogimos el autobús turístico, lo que nos hizo el recorrido bastante llevadero, pudiendo descansar toda la noche hasta llegar a la estación de autobuses central de Mandalay...


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