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10. Road to Inle Lake (Myanmar)


Salimos bien temprano desde Bagan a Inle Lake (Lago Inle) sin apenas haber dormido nada tras nuestro reencuentro con Bastian.  Quizás fue el peor día para no haber descansado nada, y es que el camino hasta el Lago Inle es algo infernal y sobre todo largo. A ello se debe añadir el hecho de que el autobús es por el momento local y el espacio entre asientos y la comodidad de estos era mínima. Nos esperaban un montón de horas sin poder reclinarnos hiendo mas tiesos que la mojama y destrozándote las rodillas con el pegado y duro asiento delantero.



Pronto comenzaron los percances durante el camino. En solo un par de horas de trayecto  nuestro autobús comenzó a tener algunos problemas mecánicos que parecían no tener solución, pero después de un buen rato de espera, consiguieron solucionar el problema y proseguimos nuestro largo viaje.



En esta parada de emergencia nos quedamos en medio de no se donde, pero tras investigar un poco en busca de algún lugar en la que pasar el rato y tomarnos un café, nos encontramos a un hombre que en lo alto de las palmeras cogía sus frutos, y muy amable nos indico una casa en la que vivía una humilde familia que nos invito a todos a desayunar sin pedirnos nada a cambio. De echo al intentar darles dinero ellos no lo aceptaron, por lo que finalmente se lo dejamos escondido sobre la mesa al marcharnos. Aquí tendría mi primer contacto con  Jane de Rusia y Jeong de Korea, con los que  me acabaría juntando y terminando esta aventura por Myanmar.




Gracias ha esta parada no programada fuimos testigos de un bonito amanecer, y tras salir el Sol, nuestro autobús salio con el con destino el Lago Inle.



Como el viaje fue mas que largo, tuve la oportunidad de conocer a muchos nativos y viajeros que también se desplazan en este largo e incomodo viaje, además de los ya mencionados Jane o Jeong.


El pasajero de delante mio resulto ser de lo más desagradable, ya que continuamente masticaba esa asquerosa  pasta típica de Myanmar y no paraba de escupirla por la ventana, con el riesgo de salpicarme todo a mi que estaba detrás. La verdad es que me puso un poco nervioso , pero decidí tragar con la dichosa costumbre de mascar y escupir, y me dedique a sacarles fotos mientras escupía para mostrároslo..




Los paisajes por los que uno pasa mientras atraviesa de Bagan a Inle Lake son espectaculares y hace a el viaje mucho más llevadero.



Atravesamos decenas de pueblos y aldeas en medio de la nada, con bonitas y caseras casitas de madera fabricadas con el sudor de la frente de cada birmano.


La gente además del autobús local se las arregla para desplazarse en masa por estos empedragosos y solitarios lugares y carreteras, pero es la única manera que se tiene para desplazarse, y desde luego son expertos en aprovechar espacios en los automóviles tal y como lo hacen en los autobuses locales.



Continuamente se ven a trabajadores en las solitarias y polvorientas carreteras, trabajando y asfaltando sobre ellas e incluso pasando las noches durmiendo a la intemperie a pie de obra.Se puede ver a los niños también trabajando en condiciones infrahumanas, pero es la única manera que tiene algunos desgraciadamente para ganarse la vida. Cuando pasan vehículos, es frecuente tirarles comida y agua



Nuestra parada más larga fue en la ciudad de Kalaw, ya bastante próxima a Inle lake y un buen lugar para irse de trecking. De todas los pueblos y aldeas que habíamos pasados era sin duda el más evolucionado y hay varios lugares en los que poder hospedarse. Localizada a 1320m es un lugar ideal para explorar.




 Aquí nos encontramos con un humilde hombre que llevaba un caso bastante peculiar perteneciente a al ejército Nazi. Aquí en Myanmar sorprendentemente es frecuente ver a ciudadanos con camisetas de Hitler y Nazis sin saber demasiado que significa todo esto.


Nils y yo decidimos pasar de largo la ciudad de Kalaw y continuar nuestro camino a Inle Lake, ya que se me acababan los días y queríamos  visitar algo de la costa de Myanmar.


Nuestro recorrido en autobús se prolongo más de lo que esperábamos y el cansancio se hizo notar, especialmente en Nils, que más grande que yo, casi no tenía espacio ni para moverse y tras no haber dormido nada, intentaba hacerlo en este incomodo autobús que encima no paraba de menearse.


Finalmente y después de unas 16 horas de viaje, llegamos a Inle Lake, eso si, destrozados. Había sido uno de los viajes más incómodos de toda mi vida, peores que incluso por Bolivia, pero aunque yo no lo sabía, en días posteriores quedaba por venir uno que aunque fue más corto, fue si cabe más infernal...