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13. Delta del Mekong (Vietnam)

El río Mekong es el 12º más largo, y el 10º más caudaloso del mundo. La situación exacta de su nacimiento permanece incierta, debido a la existencia de varios tributarios en un terreno con altitudes que rebasan los cinco mil metros y unas condiciones climáticas extremas, que dificultan las exploración. A lo largo de 4.900 kilómetros, el río Mekong atraviesa paisajes tan dispares como las cumbres perpetuamente nevadas del Tibet, montañas pobladas por culturas milenarias en la provincia china de Yunnan, el Triángulo de Oro, y las selvas tropicales de Vietnam y Camboya. Aproximadamente la mitad del curso del río discurre por territorio chino, primero Tibet, y luego la provincia de Yunnan, donde a menudo atraviesa profundos barrancos y desfiladeros. A continuación, durante 200 kilómetros, el río forma la frontera entre Laos y Myanmar, al final de los cuales recibe las aguas de uno de sus afluentes, el río Ruak, en la zona del Triángulo de Oro. El río entonces pasa a ser la frontera entre Laos y Tailandia, y más tarde fluye por territorio exclusivamente laosiano. Este tramo se caracteriza por fuertes rápidos y por su escasa profundidad, a veces sólo medio metro durante la época seca. Más adelante el Mekong vuelve a marcar la frontera tai-laosiana en la zona de Vientiane, y enseguida vuelve a fluir por Laos. Es la zona de las 4.000 islas y de las cataratas Khone. Esta región es el hábitat de los delfines del Mekong, una especie en peligro de extinción. En Camboya, el río determina la vida y la economía de este pequeño reino. Su desbordamiento anual provoca extensas inundaciones que permiten el cultivo del arroz. El último país que visita el Mekong es Vietnam. Aquí el río se desparrama en mil canales que surcan una tierra de perfil llano, a sólo dos metros sobre el nivel del mar. Es el delta del Mekong, que lo lleva a su desembocadura en el Mar de la China Meridional. Aquí, en su desembocadura , tendría mi primer gran contacto con este importante río. En su viaje hacia el sur son numerosos los cambios de nombre del Mekong. El tercer río más largo de Asia tiene seis denominaciones distintas entre su nacimiento y su desembocadura. En el curso alto lo llaman Dza Chu, que significa Agua de Peñascos, y alude al entorno rocoso que rodea estos primeros kilómetros. Tras abandonar el territorio del Tíbet, el río adopta el nombre chino de Lancang Jiang, o Río Turbulento. El tramo que discurre entre Laos y Tailandia, y traza la frontera entre ambos estados, es conocido como Mae Nam Kong, es decir, Madre de Todas las Aguas. Es de este nombre del que deriva Mekong, la apelación por la que el río es conocido en todo el mundo. Cuando llega a Camboya, cambia nuevamente su topónimo por Tonle Thom, que significa Gran río. Y finalmente, en el delta, se divide en nueve brazos, llamándose entonces Cuu Long, el Río de los Nueve Dragones. El accidentado curso del Mekong ha provocado más división que unión entre los pueblos cercanos a él. Primero españoles y portugueses, y más tarde los franceses se interesaron en la región y la exploraron, para darse cuenta de que las numerosas cascadas y rápidos a lo largo de la trayectoria del río impedían la navegación, salvo en ciertos tramos. Los conflictos han proliferado entre los países que atraviesa, con unas relaciones basadas más en la desconfianza que en la cooperación. Hoy en día estos recelos perduran, sobre todo de los países pequeños hacia los más poderosos. El crecimiento económico de China, y su insaciable necesidad de energía, provocó el inicio de su campaña de construcción de presas en el Mekong. La primera fue la de Manwan, a poco más de cien kilómetros de Dali, en la provincia de Yunnan. La segunda, la de Dachaosan, y varias más están bajo consideración. Según los chinos, las presas son beneficiosas porque equilibran las diferencias de caudal en distintas épocas del año. Sin embargo, los países vecinos afirman que su construcción hace disminuir el flujo de agua del río, así como la cantidad de pesca, con consecuencias fatales para sus precarias economías. También Tailandia ha construido presas en varios afluentes del Mekong, e incluso Laos y Camboya están planeando seguir sus pasos. Con ellas se conseguiría un muy necesitado flujo de capital, al vender la energía a países más desarrollados. Pero por otro lado, las precarias condiciones de vida de miles de personas, cuyos ingresos van unidos a la pesca o la agricultura, se verán afectados.


Nuestro viaje por el Mekong fue de un día, aunque se puede hacer viajes de mas días, en los que recorres gran parte del río por su desembocadura. Fuimos al área de My Tho, que facilmente se puede recorrer en un dia saliendo desde Saigon. Primero tomas un bus, que unas pocas horas llega a esta región.

Desde allí se emprende un viaje a diferentes áreas y pueblos del Mekong, en una de las típicas embarcaciones vietnamitas de la zona. Embarcaciones que pintan unos ojos en la proa, debido a una historia mística vietnamita la cual no recuerdo con claridad, pero que tiene que ver sobre dragones, de allí una de las denominaciones del río. El recorrido por el Mekong fue bastante entretenido, nuestro guia, muy majete por cierto, no paraba de cantar canciones y tocar la guitarra para amenizar la excursión, e incluso algunas las cantaba en español. En un alarde de voz, Gonza se unió a el y canto en castellano algo bastante tosco, que por suerte solo yo y una pareja de chilenos entendimos. La verdad es que nos echamos unas risas todos, incluido los demás guiris que desconocían tan vasta canción española. Fueron varias las paradas que haríamos durante la excursión por el Delta del Mekong. La primera realmente fue durante la ruta en bus, una fabrica de joyas y artesanía, donde pude ver incluso los talleres de confección y un gran numero de piedras preciosas tales como esmeraldas, a precios bastante buenos y con certificado de autenticidad. Tras ello, ya en el Mekong, realizamos una interesante parada a una fábrica de dulces hechos a partir del coco. Una vez degustados, la verdad es que no puedes dejar pasar la oportunidad de adquirir sus productos, que están exquisitos.


La segunda parada fue ya para comer. Antes, una breve excursión en bici por la zona, para que nos entre hambre, y para conocer un poco el lugar. Aunque una tormenta tropical increíble cayó sobre nosotros y arruino nuestro paseo. Tras la merecida comida y entrar un poco en calor tras la tormenta, volvimos a emprender el viaje por el río, hasta llegar a un área en donde cogeríamos unas pequeñas canoas típicas también de allí, que se usan para recorrer zonas de estrechos canales en el Mekong. La verdad es que esta parte es quizás la mas autentica del viaje, ya que te adrentas profundamente por los afluentes del río, zonas de gran belleza.


 Después nos llevaron a una especie de restaurante tradicional en la que pudimos disfrutar de un pequeño concierto con instrumentos típicos vietnamitas. Allí nuestro guia como no, se unió a ellos, y yo esta vez me uniría también, bailando y cantando, quizás impulsado por la belleza de una de las cantantes que iba de rojo y era una preciosidad. Tras cantar y bailar un gran numero de canciones tanto vietnamitas como occidentales, nos despedimos de la zona con mas pena que gloria, ya que había tenido un gran flechazo con aquella vietnamita. Pero el viaje debía continuar, y así hice.



Tuvimos otra breve parada, esta vez para tomarnos un te, donde Gonza finalmente perdió el miedo a las serpientes, y es que anteriormente le daban pánico. Esta parada fue ya la última antes de regresar al puerto desde donde habíamos partido, y coger nuevamente el autobús de vuelta a Ho chi minh (Saigon). Allí nuevamente nos alojaríamos una noche, antes de partir a nuestro siguiente destino en el país: Nha Trang.